La
electricidad
Si el gas
y el combustible lo extraemos de las entrañas de la Tierra, y el biogás y el
biocombustible lo producimos a partir de la materia orgánica, la electricidad
no existe en la Tierra: Hay que fabricarla.
La
Electricidad podemos fabricarla de varias formas diferentes, pero las más
importantes son cuatro:
Pilas
químicas
Quizás la
forma más antigua de producir electricidad. De hecho, hay indicios, no
suficientemente probados, de que incluso en tiempos antiguos los griegos y los
egipcios introducían varillas de cobre dentro de tinajas rellenas de vinagre
con las que podrían
producir electricidad. Si es un mito o no, lo ignoro, pero esto puede hacer ver
lo fácil que es, realmente, fabricar las pilas que llevamos en nuestros
aparatos electrónicos portátiles.
Hay muchas
variedades de pilas químicas, y con el tiempo descubriremos otras pilas
mejores, más potentes, más pequeñas y más baratas, pero en cualquier caso no
parece que se vayan a producir descubrimientos revolucionarios y la capacidad
eléctrica de una pila química apenas tendrá importancia más que en el mundo de
la electrónica portátil. Pero en el aspecto ecológico las pilas químicas son
muy contaminantes. Hay que investigar y encontrar pilas que contaminen menos,
mientras tanto, parece que es preferible usar baterías recargables, o si no
tenemos más remedio que usarlas, arrojar las pilas gastadas en los contenedores
de reciclado de pilas.
Pilas de
Hidrógeno
Aún no
están totalmente desarrolladas y su precio aún no permite su generalización,
pero parecen tener grandes probabilidades de convertirse en la fuente
energética de los vehículos de motor del futuro.
Estas
pilas generan electricidad en cantidad suficiente para desplazar un coche
durante horas, pero para mantenerlas en funcionamiento necesitan un suministro
de hidrógeno. Por desgracia el hidrógeno no se encuentra solo en la naturaleza,
siempre se encuentra mezclado con otros elementos para formar agua, metano,
amoníaco, alcohol, etc. En cualquiera de estos casos, hay que separar el
hidrógeno, almacenarlo, embotellarlo y enviarlo a las gasolineras para que los
vehículos puedan repostar. Todo este proceso requiere energía, y, sí, requiere
energía eléctrica.
Es decir,
que una pila de hidrógeno no es más que un sistema por el cual la electricidad
se embotella para poder llevarla hasta un motor eléctrico que hay dentro de un
coche que normalmente no va a estar conectado a la red.
No es más,
pero tampoco menos. Al fin y al cabo, mientras no se descubra una forma de
transmitir la energía por el aire, si es que alguna vez resulta posible, hará
falta llevar la energía a los lugares donde se ha de consumir, y en el caso de
los vehículos o de aparatos portátiles, esto solo puede hacerse por medio de
pilas. Y para vehículos de motor, las pilas de hidrógeno son la opción que, de
momento parece más prometedora.
Células
fotovoltaicas
Una célula
fotovoltaica capta la energía solar y la convierte directamente en
electricidad.
Las placas fotovoltaicas tienen una gran utilidad en lugares alejados de la
red eléctrica, o para alimentar aparatos electrónicos como señales de
carreteras, repetidores de radio, estaciones meteorológicas, etc.
En casi cualquier otra circunstancia, el precio de instalar una placa
solar, si tuviera que amortizarse en la vida útil de una placa (30 años)
requeriría aplicar un precio al Kw/h mucho más elevado que el precio de
cualquiera de las demás fuentes energéticas.
Mientras no se aumente su eficiencia o disminuya su coste, instalar una
placa solar en un lugar donde hay red eléctrica accesible es una estupidez (si
se hace gratis), o un robo a los ciudadanos (si se acoge a las subvenciones del
gobierno).
Dinamos y Alternadores
Este sistema consiste en hacer girar un imán dentro de una bobina de
material conductor, o viceversa. El campo magnético en movimiento genera
diferencias de potencial en el cable, iniciando una corriente eléctrica.
Este es el sistema más usado para producir electricidad, de hecho, casi
toda la electricidad mundial se genera mediante dinamos o alternadores, menos
un porcentaje muy, muy pequeño que genera la energía solar.
Hay dinamos de muchos tamaños y potencias, desde la que se apoya en la
rueda de la bicicleta para encender un faro hasta las gigantescas dinamos de
las grandes compañías eléctricas.
Como la generación de electricidad requiere que la dinamo dé vueltas sobre
su eje, en un extremo de la dinamo se suele colocar algo que lo haga girar. En
el caso de la dinamo de una bici, una pequeña rueda que se apoya en la rueda
delantera. Por cada vuelta que dé la rueda grande, la pequeña dará cientos,
generando una corriente eléctrica suficiente para encender una bombilla. En
casi todos los demás casos, como la manera de empujar suele ser mediante algún
fluido, se suelen usar hélices, aspas o turbinas.
Una dinamo requiere algo que empuje con fuerza, de forma continua y que
podamos controlar, En caliente. Normalmente será vapor de agua, pero también
pueden ser otros gases con un punto de ebullición más bajo que el agua.
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